Pliegos Entintados

jueves, 8 de agosto de 2013

Días Oscuros - Evento

¡Hey Que tal! Un saludo para el mundo Y el 2do capitulo está aquí.

Evento


La última reunión fue hace cuatro años, lo estoy recordando porque mi tía Estela llamó para avisar que será el primer aniversario de luto, desde que falleció el tío Tom. Mi padre aun está consternado, era el mejor hermano, su mejor hermano y ya no estaba, había pasado un año desde que lo perdió y cuatro desde que lo vio por última vez. Tommy tiene diez años, es el único que queda en su familia para continuar con el apellido. Estela organizará una reunión en memoria de Tom Rogers, hijo, hermano, esposo y padre.
A pesar de las diferencias no podían vivir uno sin el otro, hasta que el tío se casó y se mudó lejos.
Yo puedo vivir sin él, pero parece que mi padre no.

Ahora me encuentro sentada en el sofá de Tommy. Me duele la espalda por el largo viaje, esta cosa de reunirnos solo por recordar a alguien me tiene un poco confundida. Mi primo Tommy luce bastante bien, como si recordar a su padre no le doliera en lo más mínimo, la tía Estela parece feliz. Definitivamente yo no lo estaría, no si fuera mi padre, por supuesto que no.

            -¿Todo en orden? – Me pregunta mi hermana sacándome de mis pensamientos.
            -Algo así. Tú pareces divertida. Laura es agradable. -Digo desganada.
            -Sí, lo es, pero no más divertida que tú. – Me frota la espalda.
Le sonrío, ella cree que me siento remplazada, es tan linda. A veces olvido que tiene 14.
            -Sé porque tienes esa cara tan amargada- Me dice – Es porque la tía Ann está aquí ¿no? Pero no tiene por qué molestarte, ella ni siquiera te ha notado.

Ambas sonreímos, pero por distintas razones. La rodeo con un brazo, le doy un apretujón y la dejo ir a jugar con nuestra prima. Yo no estoy disgustada como Mika piensa, es solo que me incomoda estar con ella, -Ann- luego de tanto tiempo sin verla, comenzaba a olvidar que existía, pero así, teniéndola casi enfrente, me es imposible.
***

            - Fue una gran pérdida la de mi hermano.- Comenta Ann.
Si pudiera la ignoraría, pero es imposible no ver sus enormes tacones rojos, sus labios que pareciese están bañados en sangre, y su pálida tez junto a su cabello tan negro como el abismo.
            - Él no te agradaba, tu misma lo mencionaste en el funeral.
            -Ah, es verdad; lo había olvidado, pero eso solo fue para molestar a Estela, ella es una interesada. Ahora pienso que todas mis cuñadas son unas interesadas, se aprovechan de que mis hermanos tengan buenos ingresos, como las detesto.
No dije nada, no había que decir.
            -Me fascina verlas platicar, se ven tan bien juntas, eso me agrada Lily, se amigable con tu tía, me parece que nos quedaremos un par de días más, Giselle quiere organizar una parrillada y ¡No nos la vamos a perder! – Cantó mi padre.

Puse cara de disgusto, ya era bastante malo haber faltado a clases en miércoles, ahora habría que faltar jueves y viernes. Yo no amaba ir a clases, pero definitivamente no amaba faltar. Menos cuando todos estudian para los exámenes y yo estoy aquí asegurando que reprobaré bastantes materias.

            - Me fascina platicar con tu hija, es tan abierta; como yo, si es que me entiendes.- Soltó una risotada, que me dio escalofríos.
            -Comprendo, bien, iré con Mika seguro que le encanta la idea, se ve que se lleva bien con Laura. – Dijo mi papá al tiempo que me giñaba un ojo y se iba.

Dejándome con ella. A sabiendas de que no me gusta su compañía. Me dejó con ella para que así se pudiera seguir quejando de mamá; de Estela y de Gina. No sé cuánto más pueda soportarle.
Mi padre tiene/tenía cinco hermanos. Tom, Carl, Ann, Mara y Chase. Mi padre va después de Carl. La tía Ann y el tío Chase son los únicos que hasta ahora no están casados. Y el tío Tom no está, así que ahora solo quedan 5 hermanos. Y no todos se llevan bien.
La tía Mara acaba de llegar. Ella tiene un esposo apuesto, dos pequeñas gemelas y un niño de 6 años. Ella, es bastante arrogante, y a pesar de que no soporto a la tía Ann, no puedo hablar más de dos minutos con Mara porque comienza a presumir lo fabulosa que su vida es. Que tiene lo que toda mujer anhela, un marido maravilloso y unos hijos preciosos. Yo no sé si diga toda la verdad, pero ella siempre luce perfecta y también cansada. Y todo lo que ella dice es solo para molestar a Ann, porque aunque sean las únicas hermanas, se odian, o más bien Mara la odia, porque a la tía Ann no le importa en lo más mínimo nada de lo que su hermana diga. Siempre la ignora lo que hace que estalle. Eso es divertido en ocasiones hasta que la tía Mara comienza a hacer rabietas frente a todos.

No sé porque no hay amor entre los cinco que quedan como debería de haber. Como mi padre me ha enseñado que debe ser con mi hermana.

Estela, Gina y Mara están en la cocina. Y es entonces cuando los cuervos que habitan dentro de ellas salen, y puede que no les importe que yo escuche lo que tengan que decir o que realmente no me han visto en el sofá al lado de la entrada.
            -¿Sabían del testamento de mi esposo, verdad?- Comienza Estela.
            -Apropósito de eso, mi padre también tiene el suyo, solo que no lo hemos comentado.- Dijo Mara.
            -¿Qué hay con eso?- Preguntó Gina.
            - Es posible que sea una suma muy fuerte, Tom me dijo que su padre le había dejado bastante por ser el mayor.- Sigue Estela.
            -No lo comento por que esté interesada en eso, pues a mí no me falta el dinero, por mí que se lo repartan entre los hombres; pero eso sí, yo me encargo de que a Anna no le den nada. Jamás estuvo con mi padre cuando murió, ella no se lo merece.
            -Yo estoy de acuerdo Mara, ella nunca se hizo cargo, ni de él ni de tu madre, no como lo hizo Tom cuando pudo.
            -Eso solo lo hicieron para asegurar un lugar en su testamento, ustedes no estaban realmente interesadas en ellos, solo en su dinero, porque antes de saber de su cáncer no los visitaban ni se hacían cargo de ellos. Carl y Derek sí. Incluso Ann visitó más a tus padres que tú. Solo porque en los últimos momentos no pudo estar cerca.
            -Te digo que no es así cuñada. Yo solo tengo curiosidad, pero no es que quiera el dinero realmente, sabes que amaba a mis padres.
            -Y bueno, tampoco era como que tuvieran muchos ingresos.- Dijo Estela.

Es verdad. Yo sabía que Mara era interesada, sufría de avaricia extrema, entre más tiene más quiere, y pareciese que le es inevitable.
No me sorprendía escucharles hablar, de alguna forma siempre supe que eran así, pero no sabía que tanto. Pero me daba igual, eso no era de mi incumbencia y lo dejé pasar.

Así la noche llegó, nos quedaríamos en la habitación de Dana la hija de Tom y Estela. Es tan grande comparándola con la mía, y tan rosada que a veces creo que voy a vomitar en las pareces, es casi tan rosa como la brillante habitación de Mika. ¿Cuántos años tienen estas chicas realmente? Yo diría que ocho. Pero no, Dana tiene doce, Laura quince y las gemelas Keyla y Kennedy tienen siete.

Seis chicas de diferentes edades en una misma habitación parecen increíbles. Laura tiene cuatro hermanos de diferentes edades, todos hijos de Carl y Gina. No me lo creo. No me imagino tener tantos hermanos.

Bajo a tomar agua a la cocina y mi papá me da las buenas noches.

            - Nena de verdad perdón por el imprevisto, sé que te prometí que hoy mismo nos iríamos, pero es Carl, sabes que no le puedo decir que no, además Chase no vino hoy así que quiero verlo.- Me dice él algo afligido.
            - Comprendo, ya si no queda más que hacer.
            -Eres increíble mi pequeña.
            - Micaela es tu pequeña. – Le digo refiriéndome a que ella es más joven.
            -Tú también lo eres.
Y lo abrazo fuertemente. Lo quiero tanto, que no sabría que hacer sin él. Sin mi padre y sin mi hermana no sería nada.
Sin Derek y Micaela, mi vida no es vida.
            -Te quiero papá.
Me acaricia el cabello mientras me susurra en el oído –Yo también.
Cierro los ojos y me concentro en la esencia que mi padre desprende, siempre me pareció tan imponente, tan increíble, tan mío. Tan alto y fabuloso. Lo admiro tanto.

Mis ojos comienzan a pedir descanso así que me dirijo a las escaleras y subo por  el pasillo para entrar a la habitación de mi prima. En el trayecto me topo con Ann, otra vez.

            - Sobrina, que duermas bien, espero que no tengas pesadillas- Me dice.
            -Igual tú tía, espero que no sueñes con murciélagos y cosas de esas.
            -Que linda- Se ríe extrañamente- Por cierto, ¿no has visto nada extraño verdad?
Aparte de ti, pensé en decir.
            -¿Cómo qué? –Preferí preguntar.
            -No lo sé. Olvídalo, paranoias mías. Ve a descansar. Y cuida mucho a tu familia, yo creo que deberían partir de vuelta mañana. Es mejor, y así no faltarías el viernes al instituto, Mika tampoco.

Por alguna extraña razón comencé a sentir frío, me llegó de golpe un sentimiento de culpa, preocupación y anticipación de que algo ocurriría.

Yo desde el inicio quería estar en mi casa, pero mi papá insistió, no pude decirle que no después de casi cinco horas de insistencia en que yo viniera.
            -Eso quiero yo, pero mi padre no está de acuerdo.
            -Insístele, sé que entenderá.- Me dedicó una sonrisa de entendimiento, lo que me dio escalofríos, no creí que ella me comprendiera.
            -Lo pensaré, - Ya que insistirle sería molestarlo, y no quería eso.- Buenas noches tía.
Solo sonrió y desapareció por otro pasillo hacía la habitación de huéspedes, la más pequeña de todas, no sé si se la dieron para molestarla o porque así tendría más privacidad. Tal vez Mara le sugirió a Estela que le otorgara aquella.

Entré en la habitación, y las niñas estaban contando historias de terror. Creo que debí llegar antes para escuchar el inicio y consolar a la pequeña Kennedy que lloraba pegada a la cabecera de la cama. Su hermana yacía dormida plácidamente en la cama inflable.
            -¿Qué pasa lindura? – Me dirigí a ella abrazándola con un poco de fuerza.
            -Ellas- Dijo apuntando a sus primas que habían formado un circulo en el suelo.- Me están asustando, son malas. Les dije que pararan.
            -Dejen eso para otro día niñas, están asustando a Kennedy.
            -Es muy llorona Lily, ni siquiera dan miedo de verdad. Son historias inofensivas.
            -Tu no digas nada Mika, y ni siquiera sabes contar historias de terror.
            -Pues ella nos contó una muy buena, que da bastante miedo.- Dijo Laura.
Me reí, mi hermana contaba unos chistes buenísimos pero definitivamente no contaba historias que dieran miedo.
            -Bien, pues las tendrás que contar otro día.
            - No Liliana, ¡no seas malvada, déjanos contar otras más!- Me pide Dana.
            -Es hora de dormir.- Insistí.
            -¿Qué tal si contamos unas sobre la casa de la tía Ann y sus niños?- Sugiere Laura.
            -¡No! Esas si me darían miedo.- Dice Dana.
            -¡De eso se trata! Y nada da más miedo que la casa de mi tía Ann.- Alienta Mika.
            -¡Basta! Van a hacer llorar a la pequeña otra vez. A sus camas ¡todas!

Realmente no me gusta ser la aguafiestas pero, no me gusta ver a los pequeños llorar, y no tengo mucha paciencia consolándoles, así que esta es la mejor forma que encontré de calmar todo.

            -Mika tu hermana es aburrida – Dice Dana, como si no me conociera.
            -¡Eres una aguafiestas!- Me acusa Micaela.
            -Lo siento, pero no quiero verla llorar más, va a despertarla, y será un doble problema- Apunté a la niña dormida.
            -Esa no es excusa. Que perdedora te has vuelto. – Me acusó.
            -¡Cállate ya Micaela! Deja de ser tan inmadura.
            -¡Prefiero serlo a ser tan amargada como tú!

No quería continuar discutiendo, aunque aún tenía mucho que decir. Esto era verdaderamente frustrante, no era más que un capricho.
            -Lily, quiero dormir contigo.
            -Está bien Kennedy, vamos a dormir en la cama de tu hermana ¿bien?
Ella solo asintió.
Ya acostadas, Laura se encargó de apagar las luces. Ellas dijeron que solo necesitaban de una cama para las tres, pero yo estaba segura de que una terminaría en el suelo por la mañana.

Cerré los ojos. Y los abrí casi instantáneamente. Porque lo que vi al cerrarlos fue esa casa, otra vez. ¿Por qué le temo tanto?
Debemos irnos mañana temprano. No sé porque, pero eso quiero. Eso es lo que debemos hacer. No debemos quedarnos a la parrillada.

Tenemos que irnos, entre más pronto mejor.




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