Pliegos Entintados

martes, 5 de marzo de 2013

Gusto por Sufrir Capitulo ¡40!

Siiii!!!!!!!!!!!!
Iniciando el año con esta historia... Con el capi no. 40!!!!
Y los que faltan... han de pensar que es una historia eterna o algo así jejeje perdón, pero pues... acabará cuando tenga que acabar x3
Aqui el ¡40!


40 En la tormenta


Me dolía el cuerpo. Pero no más que a todos los otros, y no más de lo que le dolía a Lucia haber perdido a Mason.
         -¡No debí dejarte ir!- Repetía Monique una y otra vez.
         -No es nada.- Intentaba calmarla.
Los otros no habían aparecido. Solo Patton, Beth y Jason estaban en la sala. Junto a Monique que me ponía un ungüento en el abdomen para bajar la hinchazón del golpe. Era tan extraño, incluso salía sangre, pero no me dolía. Tomé otro poco para mis brazos y pernas

Beth lamentaba demasiado el no haber ido. El no haber ayudado, creo que el que incluso yo fuera la ponía aun más devastada. Los chicos tenían varios moretones, golpes, magulladuras, pero no se quejaron, en ningún momento.

La lluvia no desapareció. Fui a la planta alta (con ayuda de Jason, pero creo que eso no le agradó) y en la estancia empecé a leer un libro. Todos los que habían eran de Mia o Joe. Todo el reparto de libros olvidados o releídos, eran demasiados; había una gran estantería para todos ellos. Me coloqué en el sofá más grande que vi, había tres, Jason no se fue y se sentó en el más cercano a mí. Desgracia.
¿Por qué me ponía a leer? ¿Por qué razón, si estaba enlodada, sucia y golpeada? Bueno, simplemente por que quería esperar a los demás, y por que no podía entrar en el baño.
         -¡Mel! Ya te había mostrado mi habitación ¿no? Vete a dar una ducha- Me gritó Mia mientras subía los escalones.
         -Oh. ¿No lo harás tú?
         -No, sé que debería pero me tocará la primera guardia, lo haré cuando regrese, no deja de llover y me voy a ensuciar más. No tiene caso.
Jason no dijo nada, solo se quedó ahí mirando el suelo. Patton subió.
         -¡Eres realmente sorprendente!- Alardeó.
         -Claro que no.
         -Oh por favor. No seas modesta. Me sorprendiste, a él también aunque no lo diga.
Señaló a Jason y se sentó en el otro sofá. Ambos se miraron, pero a diferencia de mis amigos, ellos solo se miraron, no intercambiaron nada. Eso me agradó, me sentía cómoda, a pesar de que no parecía caerle bien a Jason, ambos me brindaban una extraña e inconciente comodidad que agradecía por completo.
         -Si, me sorprende que me obligaran a cargarte, cuando te podías venir aquí caminando.
         -Disculpa.- Le dije, la verdad es que yo hubiese preferido volver caminando, pero, mis piernas no estuvieron de acuerdo.
         -Jason, no sabes nada. ¡Que caminara fue gracias a su marca!
Que dijera ‘‘marca’’ me hacía sentir como un objeto, una pieza de exhibición barata. Pero bueno, yo aun no sabía como era apropiado llamarle. Jason solo frunció el seño. Mia salió de su habitación con mi mochila, ella estaba empeñada en que tomara un baño.
         -No tiene sentido que tuviera que traerte en mis brazos. Eres muy floja.
         -¡Disculpa desorientado! Ella no pude caminar.-  Mia le reprochó ¡Que coincidencia, Dick subió con mi silla en mano, la dejó en una esquina junto a la pared.
         -Si. Monique me lo dijo. Lo siento mucho, tu historia si que es complicada- Patton me dijo, lo cual me sonrojó.
A Mia le gustaba Patton. Si salieran, sería una extraña combinación. Rubia con chico raro de cabello corto y de un tono peculiarmente beige. Con afición a la ropa holgada; a pesar de todo eso, era alguien agradable.
         -Ya te lo diré.- Le mencionó Patton a Jason.
Él solo hizo ademán.
         -Si como sea. Tú, entra al baño.- Ordenó Mia.
         -¿Es en serio?- Al tiempo Miriam y Cole subieron.
         -Terminamos el trabajo.- Dijo Cole exhausto.
         -Si, yo me voy. - Anunció Miriam- Derek se va conmigo. ¿Jason?- Me extrañó que le nombrara- ¿Te quedarás aquí o quieres ir a lo de Cole esta noche?
         -Estaré bien por aquí.
         -No hay mucho espacio aquí y no puedes estar afuera, la tormenta va empeorando.
         -No importa, no dormiré.
         -Es cierto. Bien, como quieras.- Miró a Cole de soslayo.
Cole no estaría en su casa y su novia se la ofrecía al chico que acababan de ‘‘atrapar, secuestrar o lo que sea’’, pero no creo que fuese agradable.
Mia tiró de mi y me obligo a entrar en la ducha, por suerte pude quedarme de pie. Me puse ropa suave y cómoda, intentando no lastimarme los raspones. A través de la alcoba de Monique, donde estaba la ducha más cercana, se filtraban las voces de la estancia, se percibía su conversación. Eran como una gran familia, una gran familia discutiendo, bromeando, disculpándose; olvidando los problemas que los asechan, por que estando juntos nada parece poder vencerlos.

Me agradaba estar ahí, pero no podía olvidarme de lo que había dejado: mi familia, mis propios amigos, mis recuerdos, Rodrigo. No me sacaba de la mente a Carrie que me mintió durante demasiado tiempo. Y tampoco dejaba de lado a Zack, quien me confesó lo que realmente es, confiando en mi y yo sin poder confiar completamente en él; dejándolo e ignorando que existe, ignorando su preocupación por mi, dejando de lado sus mensajes y sus llamadas perdidas en mi móvil. A Ethan que, por desgracia siempre supe que me quería en serio y nunca hice caso; siempre seguí con el juego, sin saber en donde era broma y donde realidad. Todo, todo permanecía en mi mente y sacarlo significaba un dolor imperdonable. No podía y no iba a hacerlo; a todos los quería, hasta la última persona que conocí.
Ellos eran resquicios aun frescos en mi memoria, partes valiosas de mí ser.
Salí para poder irme a la cama de Mia. Su habitación era la más cómoda, cálida y pequeña de todas; con un gran ventanal en lugar de pared. Esta noche no estaría en casa y yo tomaría su habitación prestada.
Miriam se había ido. De hecho no quedaba nadie en la estancia. Abrí la puerta aferrándome con fuerza a la perilla. Girar y entrar, parecía sencillo. Encender el foco era lo complicado. No me percaté de nada hasta que cerré la puerta poniendo el pestillo.
Al girar lo primero que atrajo mi vista no fue la cama (por ser lo de mayor magnitud) si no el chico mas al fondo. Jason estaba allí.
         -¿Qué haces aquí? ¡Sal ahora!
         -¡Bien, pesada! No creas que pensaba hacerte algo. Ni que tuvieras tanta suerte.
         -¿Disculpa?
Eso si que me indignó, pero no debió ser así.
         -Bueno, es que te alteras solo por que quieres.
         -Y… ¡¿no debería?!
         -¡No!- Fue un regaño que ni de mi madre recibía en años.- Primero escucha por que estoy aquí y luego te alteras como loca. ¡Por lo menos!
         -Pues habla de una vez, así mas rápido te vas.
         -Venía a disculparme por molestarme contigo, burlarme sin saber lo que te pasaba Y… -dio un gran énfasis ahí- por decir que estás pesada. Si lo estás, pero no debí decirlo.
         -¡Ja! Y por una milésima de segundo pensé disculparte… ¡Largo!

Soltó una risa maniaca. Abrí los ojos como platos, él estaba loco no yo. Se puso en una pose de macho altanero y se encogió de hombros.
         -¡Hay por favor! No espero que me disculpes, yo cumplí.
Se acercó a mi, no, a la puerta, yo la obstruía.
         -Deberían revisarte la quijada, aun estás sangrando.
Él miraba la perilla aun aferrada a mi mano. Pero con mis palabras me miró directamente a los ojos. Sentí decepción y emoción al instante. Decepción; por que su mirada me electrificó mucho más que cualquier otra, más que la de Zack o Rodrigo alguna vez. Emoción; por que así fue.
         -Lo haré.- Dijo fríamente. Miró de nuevo la perilla, mi mano seguía allí.
Yo no despegué mi mirada de su rostro. Mis ojos eran tan buenos cuando querían. Que deduje mucho con solo mirarle, como hacía siempre.
         -Ya nos habíamos visto ¿no?
Hizo una mueca. Seguida de una sonrisa irónica.
         -No. No desperdicie estos meses mirando a personas lamentables.    
         -Gran intento. Pero no evades mis pensamientos con eso. Yo ya te eh visto.
         -Pues que afortunada, por que yo a ti nunca.
         -¿Qué eres realmente?- Le dije fascinada. Ahora su mera presencia era algo inquietante, más nuevo y fascinante.
         -Un Eternit.- Apretó los labios, evitando el temblor en ellos.
         -No es cierto.
         -Si, si lo es. ¿No querías que me fuera?
Sujetó la manija, solo logró electrificarme tocando mi brazo. Bajé mi vista miré la escena de nuestras manos y volví a mirarle de frente. Nunca le tuve miedo, en ningún momento de este pequeño lapso de tiempo.
         -Tú fuiste a la ciudad. Y cuando le dije a Ethan que sentía a alguien mirando… no era Deborah o Lerk… Eras tú. ¿Por qué?
         -¿De qué hablas?
         -No nos conocemos. Y según sé, tampoco conoces a los shadows. ¿Para qué nos vigilabas?
         -En serio chica estás mal.
         -Oh. ¡Y ahora resulta que ni mi nombre sabes!
Solté la perilla y apreté sus hombros lo adherí a la pared y calló sentado en el asiento de cuero cerca de la puerta. Recurrí a la silla más próxima (la única) y la puse en la puerta. La otra salida era por la puerta de cristal, pero estaba colocada de forma que nadie pudiera abrirla.
         -Si eres un Eternit…- Con los codos en las piernas acerqué mi cabeza, él se negaba a voltear.- ¿Por qué no tengo la misma conexión contigo que la que tengo con Patton?
Soltó una risa seca.
         -Solo lo dices por que él te habló y gritó lo de la marca. Pero te informo que ese chico le habla a cualquiera, le fascina convivir con desconocidos que parecen agradables.
         -No hablo de eso y lo sabes.- Arrojé la mirada mas amenazadora que pude.- Bien puedes no confesarme pero… no me dormiré hasta que lo hagas, esto nos puede llevar horas, no importa. Tengo la ventaja de que tanta droga en mis venas me hace perder el sueño fácilmente.
         -¿Te drogas?- Lo fulminé con la mirada- Ya sé, ya sé. Hablas de medicina.
         -Idiota.
         -Lo que sea. Haber quien cae primero. Secuestradora, maniaca.
         -No eres un lobo, no eres Eternit y obviamente Shadow tampoco… ¿Qué?
         -Soy un Eternit ¿Bien? No soy quien dices que vio a no sé quien.
         -¡Si lo eres! Y la mejor prueba es que y te soñé.- No debí soltar eso, tarde para arrepentirse.- Ya sabes eso de los Eternit y sus locas visiones…- Fingí reírme.
         -Obvio lo sé. Por que soy uno…
Curioso, era un prospecto de discusión pero no gritábamos o nos alterábamos de más. No estábamos tensos o nuestros nervios iban a explotar. Gritábamos pero por lo bajo, y a pesar de todo me sentía a gusto platicando con él.
         -Lo que sea. Yo puedo soñar con las personas que no son… humanas y las sueño antes de conocerlas. ¡Y soñé contigo!
         -¿Y? Eso no dice nada.
         -¡Te sentí! En el sendero para ir a mi casa… ese eras tú.
         -No. Y estás muy zafada.

¿Quién puede ganarle a gente así? No sé, pero no me daba por vencida; eso quería, continuar.
         -Si, cree lo que quieras, pero sé que eras tú.- Susurré inculpándole.
         -Eso debía decírtelo yo a ti. ¡Cree lo que quieras!- Rió sarcástico- Eres rara.
Le dediqué una enorme y posiblemente aterradora sonrisa.
         -Si, eso te ha de encantar ¿no?
No dijo nada, solo me sonrío.
No me paré ni un momento. A veces lo miraba a veces miraba la ventana, otras no sabía de mí, otras sacudía la cabeza evitando el sueño. 



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